SANTA MARÍA · ARTE Y FE

Estimado visitante, bienvenido a la villa de Tolosa y a su iglesia parroquial de Santa María. Este majestuoso templo en el que te encuentras fue levantado gracias a la profunda fe de las gentes de esta noble villa, siendo visitado, en busca momentos de recogimiento y oración, tanto por sus parroquianos como por viajeros, peregrinos y comerciantes a su paso por Tolosa.

Te contaremos un poco de historia antes de profundizar en este lugar lleno de arte y espiritualidad. Los orígenes de Tolosa se remontan a lejanos tiempos, se tiene conocimiento de remotos asentamientos, pero se conservan escasos datos de dichas épocas, así como de la posterior romanización.

Según un documento dado septiembre de 1023 por el concilio de Pamplona, el territorio de Tolosa estaba sujeto a la jurisdicción del Obispado de Pamplona. Y así continuaría hasta que en 1862 el Papa erigiera la Diócesis de Vitoria-Gasteiz.

No fue hasta el año 1256 cuando esta población recibe el privilegio real para su fundación de manos del rey castellano Alfonso X el Sabio. La villa de Tolosa vivió épocas de esplendor, al ser lugar estratégico en la ruta que unía Navarra con los puertos del Cantábrico y con Francia, llegando a ser capital de Gipuzkoa entre los años 1844 y 1854, categoría que había ostentado anteriormente, cuando las Juntas Generales de Gipuzkoa, tras el incendio de 1503, decidieron que el Corregidor residiera en Tolosa.

“Desde lejanos tiempos, esta parroquia de Santa María ha sido el referente espiritual del pueblo de Tolosa, el sustento de su fe y la sublimación de sus dichas y tristezas”

Después de estos datos históricos y antes de adentrarte en el templo, contempla la esbelta portada principal, rematada con la espadaña central y flanqueada por dos torres, unidas por una balaustrada de estilo barroco. Su construcción se inició en 1761 y es obra del arquitecto Martín de Carrera. El pórtico está coronado con la efigie de San Juan Bautista, patrón de Tolosa, esculpida en 1778 por Santiago Marsili, y el escudo de la villa. Sobre la puerta principal, la imagen de Nuestra Señora de la Asunción.

Tolosa sufrió importantes incendios, entre los que cabe destacar los ocurridos en 1469 y 1503, cuando ardió la primitiva iglesia parroquial. Sobre sus restos, se inician en 1548 las obras del templo que ahora visitas, prolongándose su construcción más de dos siglos y conjugándose diversos estilos arquitectónicos con el original estilo renacentista. En la actualidad destaca el estilo neoclásico en los retablos y altares, aplicado por Silvestre Pérez al restaurar el templo tras el incendio de 1781.

Frente a la sobriedad de su apariencia exterior, la iglesia de Santa María sorprende en su interior siendo un grandioso espacio perfectamente proporcionado. Se trata de una iglesia de planta de salón o “hallenkirche, se divide en tres naves de igual altura, rematadas por bóvedas de falsa crucería y sostenidas por seis soberbias columnas, siendo con 1.630 m2, la iglesia de mayores dimensiones de Gipuzkoa después de la Catedral de San Sebastián.

Crucemos el umbral que da acceso al recinto sacro. Nos hallamos en el bajo coro. A tu derecha se encuentra la capilla de la patrona de Tolosaldea, la Virgen de Izaskun, talla del siglo XIV, que se conserva en la parroquia, cuyo facsímil se venera en la ermita a ella dedicada en una de las laderas del monte Uzturre. A su espalda, una bella vidriera del Bautismo del Señor nos recuerda que aquí se hallaba, en tiempos pasados, el baptisterio. Llama la atención la original portada románica del siglo XIII,  perteneciente a la ermita de San Esteban, incendiada en 1918, y que fue trasladada a este lugar. Presenta unas arquivoltas en arco apuntado y con decoración en dientes de sierra, puntas de diamante y ajedrezado. Según algunos historiadores, este pórtico puede ser el de la iglesia incendiada en 1503, que se ubicaba en el lugar del actual templo.

En el lado opuesto, podemos advertir el único retablo que sobrevivió al incendio acaecido en 1781. Se trata de un retablo de estilo churrigueresco, obra del tolosano Juan Bautista Sagúes (1722-1730) y dedicado a La Dolorosa o Virgen de los Dolores. La Madre del Señor, doliente ante la Pasión y Muerte de su hijo, preside el conjunto, flanqueada por las imágenes de “Jesús atado a la columna” y “Jesús con la Cruz a cuestas”. Entre ellas, dos ángeles portan distintos los símbolos de la Pasión. Bajo el altar se encuentra un Cristo yacente, talla de finales del siglo XIX, que, junto a La Dolorosa, fueron, con otras imágenes, pasos de las procesiones de la Semana Santa de la villa. A su derecha, una sobria imagen de Cristo crucificado.

“Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga Vida eterna”

San Juan 3, 16

Ahora te invitamos a proseguir tu visita recorriendo el pasillo central hasta llegar a la cabecera del templo, y descubrir los diversos lienzos y tallas que ocupan los altares laterales. Si lo estimas oportuno, acércate a dichos altares para contemplarlos en detalle.

En cada nave del templo se hallan, en una misma disposición, tres retablos neoclásicos con tallas de grandes dimensiones y sobre ellos, en lo alto, una serie de murales con escenas bíblicas.

En el primer retablo, al lado sur del templo, descubrimos la efigie de San José portando su cayado florido y acompañado por el Niño Jesús.

En el mismo lado, en segundo lugar, se halla el retablo de San Ignacio de Loyola, patrón de Gipuzkoa y fundador de la Compañía de Jesús (Jesuitas), que muestra el libro «Regulae Societatik Iesu» Reglas o Constituciones de la Compañía Jesús. En la parte inferior del conjunto, se halla una sencilla talla de la Beata María Antonia Bandrés y Elosegui, religiosa jesuitina, natural de Tolosa.

A continuación, se halla el retablo dedicado a Nuestra Señora del Rosario cuya efigie, de finos rasgos y gran serenidad, flota sobre una nube de la que surgen distintas figuras angélicas. María nos presenta a su Hijo y nos ofrece de su mano el Rosario.

Sobre dichos retablos podemos distinguir los murales del oriotarra Eugenio Azcue que representan “La resurrección de Lázaro”, “La mujer adúltera ante Jesús” y “La Resurrección de Cristo”.

Sobre la puerta que da acceso a la sacristía se encuentra un bello relieve del siglo XVI del “Santo Entierro del Señor”, obra del prestigioso escultor vasco, natural de Azpeitia, Juan de Anchieta.

“Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas”

San Mateo 11, 28-29

En la nave norte, el primer retablo está dedicado a San Antonio de Padua, uno de los pocos santos que es representado con el Niño Jesús en brazos.

Seguidamente vemos la talla de San Juan Bautista, que con su mano derecha señala al Cordero, símbolo de Jesucristo, mientras que con la izquierda sostiene un estandarte con las palabras de Juan Bautista sobre Jesús: “Ecce Agnus Dei” (Este es el Cordero de Dios).

En el tercer retablo podemos contemplar la escena del Calvario con su habitual composición iconográfica: Cristo crucificado acompañado por la Virgen María, que alza la vista hacia su Hijo, y San Juan, el discípulo amado, cuya mano reposa sobre el pecho, muestra de su aflicción al ver muerto a su Señor. En la parte inferior de este conjunto, parece pasar inadvertido el mayor tesoro que podemos encontrar en el templo, la Presencia Eucarística del Señor en el sagrario, tallado en alabastro. Cristo vivo que nos ha salvado y redimido, nos ha regalado gratuitamente la vida eterna y está siempre con nosotros.

También, sobre estos retablos vemos los murales que representan las escenas veterotestamentarias de “David ante el Rey Saul”, “El juicio del Rey Salomón” y “Moisés salvado de las aguas del Nilo”.

Sobre la puerta de acceso a la capilla, podemos observar el impresionante relieve de “La Piedad” obra también de Juan de Anchieta. María acoge en sus brazos a su Hijo muerto, una vez descendido de la cruz. Los tonos rojos incrementan el sufrimiento y agonía de la Madre.

Seguramente en tu recorrido por este pasillo central has advertido en tu caminar los círculos metálicos correspondientes a las catorce estaciones del VIA CRUCIS colocados en el piso y no en los muros como es habitual, y que nos invitan a recorrer en oración los pasos de Nuestro Señor llevando la cruz hasta el Calvario. Aun cuando el Vía Crucis concluye, tradicionalmente, en la sepultura de Jesús, no podemos olvidar que al tercer día Cristo resucitó y vive plenamente en Dios. VIA LUCIS

A tu espalda, sobre el amplio coro, se encuentra un extraordinario órgano Stoltz frères adquirido en Paris en 1885, en el que llama la atención una curiosa talla de San Miguel con movimiento que lo remata.

Llegamos a la cabecera del templo. A los pies del presbiterio se halla una sobria pila bautismal, con los símbolos de la “Orden de la Terraza”, en la cual durante generaciones los hijos de Tolosa han recibido el sacramento del bautismo, porque el Bautismo es el inicio de la vida cristiana, pórtico de la vida en el Espíritu y puerta de acceso al resto de sacramentos.

“En verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”

San Juan 3, 5

El lienzo del altar mayor, datado el año 1829, obra del pintor bergarés Antonio Landa Zabala, representa la “Asunción de María”, advocación a la que está consagrado este templo. Evoca el momento en el que la Virgen María al final de su vida, es asunta (llevada) al Cielo en cuerpo y alma; los ángeles la transportan a la Gloria para ser coronada como Reina de los Cielos. Sobre este gran lienzo se halla el relieve que representa la predicación de Juan del Bautista a orillas del río Jordán.

Vamos acabando nuestra visita en la que hemos aunado arte y fe. Esperamos que tu visita haya sido de tu agrado.

Antes de abandonar el templo, te invitamos a tener unos momentos de recogimiento y oración, alabando al Señor y agradeciendo su presencia real en el sagrario.

Ponemos a tu disposición algunas oraciones que pueden ayudarte a vivir unos momentos de contemplación. Además, gracias a los diversos enlaces del texto, puedes conocer algunos detalles de la vida de los Santos situados en los retablos.

“Nuestra salvación es un regalo de la sangre de Cristo, porque todo es Gracia, todo es don gratuito de Dios y de su amor incondicional por nosotros”

ACORDAOS

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos.

Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!

Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente.

MAGNIFICAT

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
 se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
 porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
 porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
 su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles
 de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón,
 derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes,
 a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
 –como lo había prometido a nuestros padres–
 en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Entra y navega por el templo

Obra de Eugenio María de Azcue

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